La frecuencia sexual suele resentirse notablemente en el transcurso de una depresión. Esto sucede por la aparición de la anhedonia a lo largo del proceso depresivo. Este detrimento de la tasa sexual suele ser muy frecuente tanto en hombres como en mujeres. De forma excepcional se han observado aumentos en la frecuencia de la actividad sexual en mayor medida en hombres, aunque también en numerosas mujeres. No tan excepcionalmente se han observado cambios en los hábitos sexuales de las personas que padecen depresión. Los cambios en la pulsión sexual son, por tanto, una buena mediada para determinar los parámetros relacionados con la depresión.
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